SIGO ACOJONADA


Hace 2 meses que volví a mi pueblo, aunque mis vacaciones habían empezado 1 semana antes. Tenía un agobio de volver a casa que ahora mismo no me explico. Quizá era por no tener una rutina establecida, por volver a ver a gente de mi pasado y a gente que no me importa. Quizá era porque todas las amigas volvíamos de nuestros respectivos lugares a disfrutar del verano y hacia tiempo que no pasábamos tanto tiempo juntas. Quizá porque dejaba atrás a mis otras amigas hasta pasados 3 meses, no volvería a ver al chico que me gusta en bastante o que era de las pocas que había terminado los exámenes. Aunque seguramente sería porque veía como el tiempo corría tan rápido y otro curso más se me pasaba por delante de los ojos sin apenas haberme dado cuenta. Otro curso pasaba y todo seguía siendo igual en mi, mientras que mi alrededor avanzaba y avanzaba dejándome a mi tan atrás que no alcanzaba a entenderlos. Y todo esto significaba que me quedaba menos tiempo de carrera y por tanto, menos tiempo en Sevilla. Ahora mismo estoy en el Ecuador de esta etapa, el mismo tiempo que llevo recorrido es el que me queda para terminar y este tiempo que ha pasado ha corrido demasiado deprisa. El reloj estaba en un perfecto equilibrio que cada segundo se iba desmoronando.

Han pasado dos años desde que una asustada niña se iba a enfrentar a un gran paso como es irse a estudiar fuera. No recuerdo un verano con más angustia y miedo que aquel. Temía que llegará el día y me imaginaba de mil formas mi comienzo, y pocas eran buenas. Salía de mi zona de comfort tras 18 años y me enfrentaba a una nueva etapa.

Ahora tengo 20 años, me faltan solo dos años de carrera y sigo igual de acojonada con la vida, los comienzos, las nuevas etapas, las decisiones, los errores y el paso del tiempo. 


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