ANTES DE RENDIRNOS
Y en el
asiento de enfrente,
un rostro de
repente,
claro
ilumina el vagón.
Esos gestos
traen recuerdos
de otros
paisajes, otros tiempos,
en los que
una suerte mejor me conoció.
No me atrevo
a decir nada, no estoy seguro,
aunque esos
ojos, sin duda, son los suyos,
más cargados
de nostalgia, quizás más oscuros.
Pero creo
que eres tú y estás casi igual,
tan hermosa
como entonces, quizás más.
Cuánto
tiempo ha pasado desde los primeros errores,
del
interrogante en tu mirada.
La ciudad
gritaba y maldecía nuestros nombres,
jóvenes
promesas, no, no teníamos nada.
Dejando en
los portales los ecos de tus susurros,
buscando
cualquier rincón sin luz.
“Agárrate de
mi mano, que tengo miedo del futuro”,
y detrás de
cada huida estabas tú, estabas tú.
En las
noches vacías en que regreso
solo y
malherido, todavía me arrepiento
de haberte
arrojado tan lejos de mi cuerpo.
Y ahora que
te encuentro, veo que aún arde
la llama que
encendiste. Nunca, nunca es tarde
para nacer
de nuevo, para amarte.
Debo decirte
algo antes de que te bajes
de este
sucio vagón y quede muerto,
mirarte a
los ojos, y tal vez recordarte,
que antes de
rendirnos fuimos eternos.
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