CRECER ES APRENDER A DESPEDIRSE

Te pasas toda tu vida esperando los 18 y cuando llegan no te lo puedes creer. Y eso me ha pasado a mi. Yo soñaba hace años con que llegará el día en el que cumpliera 18 y pudiera hacer todo lo que quisiese, entrar a cualquier sitio, comprar alcohol, sentirme mayor. Pero la realidad es otra. Cuando llegan no piensas en nada de eso (quizá un poco), sino que piensas en todos los años que llevas vividos y si los has aprovechado lo suficiente. Si has cumplido tus metas, si has logrado algún sueño, si has conocido al amor de tu vida. Y te das cuenta de que nada de eso ha pasado y es cuando deseas con todas tus fuerzas volver atrás.

Estos 18 han sido duros para mí, no era el mejor momento para cumplirlos y anímicamente me siento como si hubiera cumplido 40. Suena estúpido pero es cierto. Me he dado cuenta de que en los 18 años que llevo viva no ha habido ni una sola experiencia que me haya quitado el aliento. Por supuesto que ha habido miles de momentos buenos con personas increíbles - y malos tanto como buenos - pero no he tenido ese momento que cuando lo recuerdes te salga una sonrisa, un suspiro. Como dice un verso " La vida no se cuenta en los momentos que respiras sino los momentos que te dejan sin respiración". Y que razón lleva.

Es el momento culmen, el paso de una etapa a otra, el camino hacia las despedidas, hacia el miedo de lo nuevo. Significa tantas cosas que no se como alguien no puede ni siquiera pensar en todo esto. Cumplir 18 es madurar, es ver que es el momento del cambio, la última oportunidad de acabar esta etapa como quieres, pero también la esperanza de poder empezar como quieras la siguiente.

Te das cuenta de los que se fueron para siempre, o por un tiempo. Los que se quedaron a medias condiciones. Los que se quedaron sin condiciones.
Los que te marcaron, los que simplemente te rozaron, los que no llegaron ni a pisar.
Los que de verdad le importas, los que lo fingen, y los que no pierden tiempo en fingirlo.
Te das cuenta de que la gente va y viene en tu vida, dejan puertas abiertas y otros las cierran. Algunos la dejan medio entornada porque no están seguros.

Crecer es aprender a despedirse. Despedirse de personas, de cosas, de los errores del pasado, de los miedos. Entonces es cuando de verdad crecemos, en años y como personas.

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