UN TROCITO DE MI

Hace exactamente un mes perdí a una gran persona que tenía el privilegio de tener de abuela. Este mes ha sido horrible, parecía en otro mundo y como siempre evitando pensar en mi vida, concentrada en otras cosas aunque una de ellas no era estudiar.
Todavía no lo he asimilido. Todavía parece que estoy en una burbuja con recuerdos borrosos pero que no tengo claro si son verdaderos. Y ojalá fuera así, ojalá fuera todo un mal sueño. Pero tú ya no estás, y eso es algo real. No puedo evitar llorar cada vez que lo escribo o lo digo en alto. Es más fácil nunca pronunciarlo, como miles de cosas en la vida que tenemos miedo de decir en alto porque no queremos darnos cuenta de que es la realidad. Y no es fácil engañarse con algo así, pues ya no puedo verte ni oírte , ya no puedo apreciar esos pequeños detalles que antes podía apreciar. Tu respirar  fuerte, pasarte el pañuelo por los ojos como si te secaras las lágrimas, oír el crujido de tu silla favorita al sentarte o el sonido de los pájaros del salón. Tu curiosa forma de reír, como le hablabas a mi padre, los gritos que pegabas, tu pasión por lo animales o tu permanente delantal. Son cosas que jamás volveré a oír o ver, como a ti.
Se que no se puede estar en un permanente luto interior, la vida sigue y hay muchas cosas de las que me tengo que preocupar ahora. Pero son demasiadas que me desbordo y sólo viene a mi memoria pérdidas de todo tipo. No consigo concentrarme porque no tengo nada claro. Perder a alguien te hace madurar un poco más, te hace más fuerte o eso dicen, y todo lo que creía o de lo que me preocupaba ha pasado a estar en un segundo plano, aunque esto no significa que no duela igual. No puedo decir que mis esquemas se hayan roto porque nunca he tenido esquemas, o si los tenía se tratará de otra de mis pérdidas, pero es como si tuviera un folio en blanco y tuviera que volver a empezar, volver a planificar, volver a vivir por ti.
Como pensé dos días antes de tu irte, cuando estabas en aquel hospital en coma, no debía despedirme. Supongo que porque era demasiado difícil afrontar que te morías, pero principalmente porque no iba a ser un adiós, pasara lo que pasara te tendría aquí conmigo siempre porque las personas que no se olvidan nunca mueren.
Te dije hasta luego en voz bajita para que nadie me oyese. Te cogí la mano y toqué tu piel caliente y pensé que mientras los recuerdos estuviesen tú jamás te irías.
Pero esto ya lo sabes porque pude sentirlo, pude sentir también un hasta luego de tu parte. Porque nos volveremos a ver, y tú estarás sentada en tu silla favorita, oyendo cantar a los pájaros y esperando que vaya para contarte cómo me va la vida.

Comentarios

Entradas populares